Las abuelas, los abuelos
Por detrás de los asombrados ojos de mi madre y de mi padre, asomaban, vistiendo sonrisas amorosas, cuatro rostros. No sabía yo al momento de nacer (¡cómo lo iba a saber!), que iban a acompañarme el resto de mi vida.
Mis cuatro abuelos aunque muy distintos, se las arreglaron para
dejarme cada uno su legado, aun cuando seguramente, ellos nunca lo supieron.
Tuve una abuela que trajinaba todo el día, a veces
rezongando, haciendo honor a su ascendencia italiana. Me enseñaba su quinta y sus gallinas y la ayudaba a tender las sábanas al sol. Algunas
noches, se sentaba con nosotros a jugar a las cartas y allí se volvía niña. De
ella aprendí a decir lo que pienso y que no hay tarea pequeña cuando se hace por nuestros seres queridos. Gracias abuela Ana.
Tuve una abuela que me regaló una Biblia y me mimaba. Era como
una especie de ángel guardián a domicilio al que acudía cuando de niño, me metía en problemas. La acompañaba a visitar a sus amigas y nos divertíamos mucho. De ella aprendí que el humor es una buena compañía y
que la unión de la familia es algo que debemos cultivar siempre. Gracias abuela
Lita.
Tuve un abuelo que llevaba prendida en su cara, una sonrisa.
De palabras amables, cuidador de todos, apaciguador. Que traía caramelos y
silbaba viejas canciones viajando al lejano Oeste a través de las novelas que leía sin falta, cada mediodía. De él aprendí que muchas veces los conflictos se
arreglan sonriendo y que es bueno preocuparse por el otro. Gracias abuelo Adhemar.
Tuve un abuelo que hablaba poco y observaba mucho. Que fue muy
generoso conmigo y abrió las puertas de su casa dejándome entrar, de paso, a su propio interior. De él aprendí que las palabras hay
que cuidarlas porque una vez que salen, no tienen retorno y que lo bueno,
habita en las personas, solo hay que buscar. Gracias abuelo Puro.
Dios me regaló cuatro luces, que van tiñendo cada una con su
color, los pasos de mi camino.
Y como sé que me escuchan, hoy quiero decirles al oído:
¡Feliz día, abuelas y abuelos!
El momento en que un abuelo recuerda a su abuelo, es único.
ResponderEliminarSe atesoran valores, sentimientos, tradiciones, historias familiares... desde la vida profunda en arraigos y reconocimientos desde las tripas mismas. Casi un espejo.
Gracias Mario. Tu y Carmen hacen honor a
Gracias amigo y colega abuelo!
EliminarLos abuelos viven en nosotros, no mueren, se hacen invisibles, cómo se ha dicho. Y en ti Mario están ellos x siempre. Gracias por compartir besitos sentimientos hacia ellos.
ResponderEliminarGracias amiga y colega abuela!
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