PERICO O UN MILAGRO DE NAVIDAD Paré la oreja. En la habitación de arriba murmuraban algo. No entendía bien de qué se trataba pero sentía que me involucraba. Algunos retazos de frases llegaban a través del piso de madera y se colaban por las rendijas que se divisaban gracias a la amarillenta luz del candil que ardía trémulo sobre la mesa donde la pareja conversaba. -Hay que salir temprano. -Sí, el camino no es muy largo pero en tu estado vamos a tener que ir despacio. -No te olvides de…(la voz se perdió entre el ruido del cucharón raspando el fondo de la olla). Dejé de mirar hacia arriba. Tenía el cuello corto y realmente lo que más deseaba era irme a dormir. Por un momento solo oí el sonido de las cucharas hundiéndose en los platos rústicos, en busca de los últimos restos de comida. -Que sea lo que Dios quiera. -Así es; que Dios nos acompañe. Luego el silencio se adueñó de aquella humilde casa mientras un viento suave movía a su gusto las esteras de
Historias, versos y otras yerbas.